En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, Tus consolaciones alegraban mi alma. (Salmos 94:19)
Señor, dale a mi alma inquieta el consuelo que necesita en los momentos de dificultad, ahuyenta de mi espíritu la, irritación, el rencor, la rabia, la frustración que solo me paraliza y me roba Tu paz. Cuando me sienta tentado a preocuparme o enfurecerme, recuérdame que el antídoto para mantenerme en equilibrio es recordar que Te encuentras conmigo en cada paso que doy.