“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano” (Mateo 10:27-28)
Señor, Hazme presto para escuchar Tu voz que cada día intenta alcanzarme. Abre mis oídos y mi corazón de forma que pueda entender la forma en que me hablas y descubrir los caminos por los que me guías hacia el bien. Amén.