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Habiendo purificado vuestra almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos unos a otros entrañablemente de corazón puro.

Señor, gracias por proveerme con las fuerzas que necesito para cada prueba que enfrento y por darme las tuyas, cuando las mías ya se han agotado.

Nuestro primer milagro del día ocurre cuando abrimos los ojos y nos encontramos con la vida.

Señor, por favor tómame de la mano y llévame por sendas de bienestar, plenitud y prosperidad; ilumina mi mente para que cada uno de mis actos sea para tu gloria y por favor abre mis ojos para que vean tu grandeza, todo tu esplendor y de este modo, poder tener claridad en cada una de las decisiones que tome durante esta jornada.

Nuestro primer milagro del día ocurre cuando abrimos los ojos y nos encontramos con la vida.