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Palabra:
«Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado» (Juan 15:3)
Al apropiarnos diariamente de la Palabra de Dios somos santificados por ella. Somos apartados para Dios y cambiados en la manera que vivimos para que traigamos honor y gloria al Padre.
La palabra de Dios, crea, sustenta, llena el alma y como en nos enseña Jesús en las escrituras de hoy, nos limpia. Avancemos cada día, cercanos a ella, aplicándola en nuestra vida, sabiendo que es la fuente de sabiduría y fortaleza, para afrontar cada carga y mantenernos puros, para ser dignos hijos del Señor: ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón (Salmos 24:3-4)
Oración:
Señor, Límpiame a través de Tu palabra de todo aquello que no es de Ti. Purifica mi mente, mi alma, mi espíritu y lléname de Tu amor; ese amor que aleja del pecado y que acerca a la bondad y misericordia que sin condiciones Me brindas. En el nombre de Jesús, Amén.