En la Edad Media enviaron un hombre a una obra de construcción en Francia para ver cómo se sentían los obreros por su trabajo. Se dirigió al primer obrero y le preguntó: ¿Qué estás haciendo?
El hombre estalló de la ira: ¿Es ciego? Estoy cortando estas terribles piedras con herramientas primitivas y las amontono como me indica el jefe. Estoy sudando bajo el ardiente sol. Me duele mucho la espalda. Estoy aburrido. ¡No gano casi nada!.
EL hombre se alejó enseguida y encontró a un segundo trabajador, a quien le preguntó lo mismo: ¿Qué estás haciendo?
E l segundo trabajador le respondió: Estoy dándoles forma a estas enormes piedras para que se puedan usar. Luego las ponen juntas según los planos del arquitecto. Gano cinco francos a la semana y eso mantiene a mi esposa y mi familia. Es un buen trabajo. Podría ser peor.
Un poco más animado, pero no sobrecogido con esta respuesta, el hombre fue al tercer trabajador. ¿ Qué estás haciendo?, le preguntó.
¿Es que no se da cuenta? le dijo el trabajador levantando su brazo al cielo. ¡Estoy construyendo una catedral!.
¿Cómo ves tu trabajo hoy? ¿Lo ves como una labor monótona sin recompensa ni propósito? ¿Lo ves como un simple trabajo? ¿O ves tu trabajo como parte del diseño maestro de Dios, no solo para ti, sino también para otros? ¿Te ves como un socio de Dios para establecer su reino en la tierra?
La forma en que vemos nuestro trabajo quizá no influya en si terminamos una tarea o no. Sin embargo, va a tener un impacto en la calidad de nuestro trabajo y en nuestra productividad. El impacto real sobre cómo nos sentimos por un trabajo descansa en esto: mientras más positivos nos sintamos en cuanto a un trabajo, tanto mayor será la satisfacción que tendremos al final del día, y tanto menor será el estrés que nos dañe. Los que ven valor en sus trabajos disfrutan de un mayor sentido de propósito.
Cualquier trabajo puede realizarse con gracia, dignidad, estilo y propósito… ¡tú solo tiene que decidir verlo de esa manera!
Salmo 117:1-2
¡Alaben al Señor, naciones todas! ¡Pueblos todos, cántenle alabanzas! ¡Grande es su amor por nosotros! ¡La fidelidad del Señor es eterna!