«Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él». (Colosenses 3:17)
Cuando decidimos caminar junto al Señor, debemos ver la gratitud como un valor fundamental con el que debe hacerse nuestro carácter. La gratitud es reconocer el hecho de que todo lo que tenemos es resultado del propósito de Dios en nosotros mediante nuestras realidades y a través de aquellos que nos rodean: padres, familiares, amigos, etc. Como dice en 1 Corintios 4:7: “Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?”.
Incluso en los días de la adversidad, en medio de las tragedias, que todos en algún momento enfrentamos, Dios nos manda que demos gracias en todo, porque es una forma de reconocer su soberanía, que todo procede de Él, y que Él determina la naturaleza de las cosas. Como dijo Job 1:21: “Jehová dio, Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito”. Cuando damos gracias, expresamos nuestra confianza y dependencia de Dios y de su gran amor.
Empecemos entonces a forjar y fortalecer en nosotros el espíritu de gratitud, que nos permita admirar en El Señor, el regalo maravilloso de un nuevo día junto a los seres que apreciamos y valoramos. Este será el camino para sentirnos más felices y disfrutar nuestra vida junto a Dios.
Demos gracias al Señor por todo lo que nos suceda, ya que ello, será siempre resultado del propósito de bien que tiene para nosotros: «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús». (1 Tesalonicenses 5:18)
Palabra diaria: Señor, permíteme apreciar con espíritu de gratitud, el hermoso regalo de un nuevo día junto a ti. Concédeme la humildad, para aceptar todo lo que dispones en mi vida, siendo consciente de que aquello que me brindas es lo requiero para cumplir el propósito al que me has llamado.