«Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; Con cánticos de liberación me rodearás» (Salmos 32:7)
Como cristianos tenemos perspectivas comunes de Dios, es nuestro salvador, Señor, nuestro maestro, pero muy pocas veces recordamos que tenemos en Él un amigo. Cuando reparamos en lo que significa contar con tal maravilloso compañero, lograremos entender el gozo que reside en ser dignos de su amistad.
Él nos acepta tal y como somos. Sin prejuicios nos brinda su aceptación incondicional, incluso con las pesadas cargas que el pecado puede hacernos sobrellevar, su intención sigue siendo limpiarnos y convertirnos en nueva creación.
Él nos responde. A pesar de que muchas veces desesperamos o pensamos que los tiempos de Dios son demasiado extensos para nuestra voluntad, debemos recordar que El Señor, nunca está demasiado ocupado para suplir nuestras necesidades o dar respuesta a nuestras oraciones, y que siempre obtendrémos de Él la dirección hacia planes de beneficio para nosotros.
Él nunca nos desampara en las pruebas. Su promesa mayor es la de acompañarnos siempre, como se repite siempre en la Palabra muchas veces, nos acompañará y no nos desamparará, sin importar lo apremiante de la circuntancias.
Él nos escucha. Podemos acudir al Senor con nuestras dudas, angustias, tristezas y momentos amargos y encontraremos en Él una sola garantía, la de su amor incondicional y su protección justo cuando sea necesario.
Dios esté siempre con nostros.
Palabra Diaria: Gracias Señor, por acercarte a mí. Ayúdame a verte tal y como realmente eres, para de esta manera poder yo convertirme en quien realmente necesito ser. Enséñame a ser amigo de aquel que se brinda de verdad y hazme presto a aceptar a los que no lo hagan, tal y como son.