Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto (Deuteronomio 10:19).
La compasión, el ponernos en el lugar del otro, el regalar una palabra de aliento, el dar cobijo, forman parte del carácter que Dios quiere de nosotros para honrarlo y glorificarlo. Deuteronomio 10:12 nos instruye: «que temas al Señor tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma» ¿Y cual sería entonces una de las mayores formas de amarlo? La respuesta nos la da el versículo de hoy «amando al extranjero» ayudando al desposeído, en otros términos, sirviendo siempre al prójimo.
No paremos, dentro de nuestras circunstancias, de servir. Dando glorificaremos a Dios y llenaremos de paz nuestro corazón.