Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán. (Salmos 63:3)
En la Biblia, se relatan numerosos episodios protagonizados por honderos, soldados que utilizaban la honda para derrotar a sus enemigos, lanzando con dicho instrumento, piedras de diferentes tamaños y a diferentes velocidades. De la misma manera los honderos contaminaban las fuentes de agua vertiendo con la honda arena y otros residuos.
Todos conocemos personas que se cruzan en nuestra vida, y que desenvuelven el papel de honderos de malos sentimientos: lanzan acusaciones sin base, especulan, atacan e intentan rebajar nuestros animos, critican sin juicio a los demás y buscan permanentemente la contienda. Ciertamente no querriamos estos honderos presentes en nuestra realidad, ni tampoco convertirnos en uno.
De alli que resulta importante fortalecernos en las enseñanzas de Dios a través de Su palabra, nutrirnos con su bondad, aprender se Su compasión y Su perdón y ser ejemplos de confianza en Su poder al no desmayar ante la adversidad.
No seamos honderos que contaminemos la fe personal o la fe de aquellos a nuestro alrededor, lancemos por el contrario la bondad que El Señor nos ha instruído, para ser fuentes de esperanza y ánimo, de todos quienes nos rodean.