Un grito del alma por infinidad de razones. Perder un ser querido, o descubrir una enfermedad. Personas significativas de tu vida te rechazan, Cuando no valoran tus esfuerzos por ser la persona que deseas ser y que Dios destinó que fueses, Cuando inicias un proyecto y pareciera que todo te sale mal.
Nadie es perfecto, todos fallamos, pero ciertas personas con ínfulas de orgullo se creen superiores y atacan sin medida a quienes parecen débiles, ignorando que todos los seres humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.
El Rey David experimentó en algún momento de su vida, esa angustia que lo llevó a tener un grito del alma y fue así que reconociendo quien era en Dios, y quien es Dios, pudo decir: Con mi voz clamo al Señor; con mi voz le pido Su misericordia.
El Señor es compasivo y lleno de ternura; lento para la ira y grande en misericordia. El Señor es bueno con todos y se complace de toda Su creación.
Si hay un grito en tu alma, no esperes ni pongas tu confianza en los poderosos, ni en ningún mortal, porque no pueden salvar. Dios es la respuesta y si lo honras a El, con toda seguridad responderá a tu clamor, y ese grito interno se convertirá en un canto de júbilo.