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En el ocaso se ve la lumbrera mayor ocultarse, pues el final de un día ha llegado.
Algunas hojas caen de los árboles y se aprecia en el ambiente, el aire fresco que trae consigo la noche que se avecina.
Tuyo es el día, tuya también es la noche; Tú estableciste la luna y el sol. (Salmos 74:16)