Versículo:
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 1 Corintios 13.8-11
Comentario:
¿Qué le impide a usted amar a los demás? Pablo escribió una hermosa descripción del amor bíblico (1 Co 13.4-7), y luego concluyó: “Cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño” (1 Co 13. 11). Creo que la mentalidad infantil es un enemigo oculto de las relaciones afectivas. En nuestra niñez se forma un molde en la mente, por medio del cual interpretamos la vida. Con el tiempo, ese molde cambia a medida que se eliminan algunas ideas y se incorporan otras.
Lo mismo ocurre con nosotros espiritualmente: a medida que maduramos, nuestra estructura mental debería ser moldeada cada vez más por las Sagradas Escrituras, lo cual incluye nuestra comprensión del amor. Las ideas infantiles y egoístas del amor deben ser sustituidas por verdades acerca del amor maduro que quiere lo mejor para los demás.
Nuestra relación con Dios también puede verse afectada por una mentalidad inmadura. Podemos creer que su amor depende de nuestro desempeño o podemos asumir erróneamente que Dios está negándonos su amor si Él no cumple nuestros deseos.
¿Qué pensamiento incorrecto está obstaculizando su capacidad de amar y ser amado? Al dejar de lado sus conceptos inmaduros, usted será liberado para experimentar el amor incondicional de Dios y expresar amor como el de Cristo.
Oración:
Señor, te doy gracias por tu amor perfecto y eterno que nunca falla. Ayúdame a dejar atrás las ideas infantiles y egoístas que me impiden amar a los demás como Tú nos has amado. Moldéame con tu Palabra y transforma mi corazón para que pueda comprender el verdadero significado del amor maduro, que busca el bien del prójimo. Líbrame de cualquier pensamiento que me aleje de tu amor incondicional y guíame a vivir en plenitud, reflejando el amor de Cristo en todas mis relaciones. En el nombre de Jesús, amén.