Versículo:
Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 2 Corintios 9.6-7
Comentario:
Sabemos que debemos ser generosos, pero ¿ha pensado usted alguna vez en todas las maneras en que el Señor ha sido generoso con nosotros? Nos formó en el vientre de nuestra madre con tierno y amoroso cuidado, y nos dio vida (Sal 139.13). Creó el mundo en que vivimos y nos da aire, agua y alimentos, como también las puestas del sol, mariposas, flores y risas.
Con la salvación, recibimos bendiciones adicionales: el perdón de los pecados, la vida eterna, la adopción en la familia de Dios y un hogar celestial. También se nos ha dado el Espíritu Santo, que mora en nosotros y nos da sabiduría, dirección y consuelo. No merecemos nada de esto, ni podemos ganárnoslo. Nos han sido dados gratuitamente a quienes creemos en Cristo.
Cuando pensemos en lo generoso que ha sido Dios, deberíamos querer extender esa generosidad a los demás. Para convertirse en un dador generoso, recuerde que estamos…
Imitando a Cristo cuando sacrificamos lo que tenemos para dar a otros.
Honrando a Dios cuando damos para obedecerlo.
Extendiendo su obra mediante nuestro apoyo a la Iglesia.
Ser generoso requiere un corazón que ame al Señor por encima de todo. El Espíritu Santo también transformará a cada uno de nosotros en alguien que encuentra placer en dar. Y Dios ama al dador alegre.
Oración:
Señor generoso, gracias por todas las bendiciones que me has dado: la vida, la salvación y tu presencia constante. Enséñame a imitar tu amor siendo generoso con los demás. Ayúdame a dar con alegría y gratitud, reconociendo que todo lo que tengo viene de Ti. Que mi vida sea un reflejo de tu bondad, y que mis acciones contribuyan a extender tu obra en este mundo. Transforma mi corazón para amar como Tú amas. En el nombre de Jesús, amén.