Versículo:
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Efesios 5:1-2
Comentario:
Como creyentes, debemos imitar al Señor Jesucristo. Eso podría parecernos imposible. Después de todo, ¡Él era el Hijo de Dios! De hecho, Dios el Padre llegó a afirmar varias veces: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mt 3.17). ¿Cómo podemos estar a la altura de eso?
Dios no espera que seamos perfectos. Sabe que todavía estamos aprendiendo. Al igual que un padre que se regocija con los primeros pasos de su bebé, nuestro Padre celestial se deleita por nuestros pasos al tratar de caminar con Él. El objetivo es el crecimiento. Una vez que un niño camina, el deleite de los padres cambia a logros más maduros. Mientras sigamos creciendo en la fe, nunca dejaremos de aprender nuevas maneras de agradar a nuestro Padre celestial.
Lo importante para el Señor es nuestro corazón. En medio de todas nuestras debilidades, fracasos y tentaciones, Dios ve nuestros pensamientos más íntimos. Sabe cuánto le amamos y cuánto deseamos obedecerlo. Incluso en nuestros tropiezos, nos ayuda a levantarnos y nos anima con su Palabra.
Si usted tiene propensión al perfeccionismo, dese gracia y tiempo para crecer. Eso es lo que hace el Padre, así que aprenda a verse por medio de sus ojos. Él está esperando, no para reprender sus esfuerzos, sino para ayudarle a convertirse en la persona que Él tuvo en mente al crearle.
Oración:
Señor amado, gracias por tu paciencia y amor al caminar conmigo en mi crecimiento espiritual. Enséñame a imitarte en todo momento, a pesar de mis debilidades y fallas. Ayúdame a recordar que eres un Padre amoroso que se deleita en mis esfuerzos por agradarte. Renueva mi corazón, guíame con tu Palabra y dame la fuerza para levantarme cada vez que tropiece. Que mi vida sea un reflejo de tu amor y gracia. En el nombre de Jesús, amén.