Versículo:
Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. (Génesis 25:34)
Comentario:
Muchas personas piensan poco en las consecuencias de sus decisiones. Como resultado, pueden sacrificar las bendiciones futuras por los placeres presentes. Lo cual no es nada nuevo, al punto que lo vemos en el primer libro del Antiguo Testamento.
Dominado por sus necesidades y deseos inmediatos, Esaú no valoró el privilegio de su primogenitura. En ese tiempo, el hijo mayor recibía una doble porción de la herencia de su padre, junto con el liderazgo de la familia. Pero en esta situación particular, había mucho más en juego: la primogenitura contenía las bendiciones del pacto que Dios había hecho con Abraham. A Esaú no le importó su herencia espiritual, así que la vendió por una comida.
El hecho de encontrarnos lejos de esa transacción particular hace que sea fácil ver la insensatez de la decisión de Esaú. Pero ¿y usted? ¿Está sacrificando las bendiciones espirituales de Dios por una ganancia a corto plazo? Quizás pasa muchas horas trabajando o practicando un pasatiempo, pero reserva poco tiempo para dedicarlo a la Palabra de Dios y a la oración.
Usted puede proteger su futuro rindiéndose al control del Espíritu Santo y siguiendo lo que las Sagradas Escrituras consideran más valioso: conocer, amar, obedecer y servir a Dios. Esta inversión cosecha bendiciones a largo plazo, que continúan en la eternidad.
Oración:
Señor, que no menosprecie, la herencia espiritual que nos has legado en Tu Santo Espiritu y en Tu Palabra. Que trabajé cada día por dirigirme por Tus caminos, honrándote y glorificándote en todo lo que haga. En El Nombre de Jesús, Amén.