Versículo:
Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8
Comentario:
En nuestro mundo en constante cambio, las familias se mudan, las amistades desaparecen y la tecnología avanza. Si buscamos seguridad en las personas, las pertenencias o la posición social, terminaremos decepcionados. No obstante, todos necesitamos a alguien a quien recurrir durante las tormentas de la vida. La verdadera ancla para nuestra alma es el Señor Jesús, de quien las Sagradas Escrituras prometen que nunca cambiará. Para encontrar consuelo en Él, debemos aprender quién es, qué hace y cómo obra.
Juan 1.1 revela que el Señor Jesús fue Dios desde el principio. Dios y hombre verdadero, nació de una virgen. Las Sagradas Escrituras lo identifican como el Cristo (Mt 16.16, 17), el Salvador que fue crucificado y que resucitó a los tres días. El Señor Jesús es el Hijo del Dios vivo y el único camino hacia Él (Jn 14.6). Él cumplió innumerables profecías del Antiguo Testamento, tal como Isaías 53. Al igual que nosotros, el Señor Jesús tiene sentimientos: lloró por las personas afligidas, y se enojó cuando la gente dio un mal uso al templo. Y lo que es más importante, su resurrección venció la muerte, y Él vive hoy.
El carácter de Dios nunca varía. Por supuesto, a medida que las situaciones cambian, Él actúa. Pero el Señor misericordioso, amoroso, compasivo y santo de la Biblia es el mismo Mesías al que podemos aferrarnos hoy.
Oración:
Señor, gracias porque eres el mismo ayer, hoy y siempre. En un mundo que cambia constantemente, te agradezco que seas mi ancla firme y segura. Ayúdame a conocerte más profundamente, a confiar plenamente en tu amor inmutable y a recordar que siempre estás a mi lado. Que mi fe crezca al meditar en tu carácter, tu poder y tu fidelidad. Enséñame a buscarte en cada momento de mi vida, con la certeza de que nunca me dejarás ni me abandonarás. En El Nombre de Jesús, Amén.