Versículo:
Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:9-10
Comentario:
A lo largo de la Biblia, los mensajeros y los profetas de Dios le dicen a su pueblo que resista al miedo. Frases como “¡No tengas miedo!” y “¡No te angusties ni te preocupes!” abundan. Esto es suficiente para hacernos pensar que tal vez el mundo es el lugar seguro y cómodo que siempre soñamos que podría ser. Con todos estos mandamientos de no tener miedo, a menudo respaldados con la promesa de que Dios está con nosotros, podríamos comenzar a sentirnos invencibles.
Pero una mirada más atenta nos cuenta una historia diferente. ¿A quién dijo Dios estas palabras?
A Agar, la esclava maltratada, sola y a punto de perecer con su hijo en el desierto. Su vida estaba en ruinas. Pero Dios la vio.
A los esclavos hebreos, maltratados por generaciones, que enfrentan la realidad aterradora de pasar su vida en el desierto.
A los exiliados que vieron sus ciudades destruidas, solo para ser llevados a la tierra natal de su conquistador. Dios prometió el regreso, pero no antes de transcurrir 70 años, toda una vida.
Ninguna de estas personas estaba a salvo; sin embargo, Dios les dijo: “No temas”. Y Él nos dice lo mismo hoy. Aunque es posible que el sufrimiento no desaparezca, el amor y la presencia fiel de Dios nunca se apartarán de nuestro lado.
Oración:
Señor amado, en medio de mis temores y debilidades, sostén mi corazón con Tu promesa inquebrantable. Aunque las pruebas me rodeen, ayúdame a confiar en que nunca me dejarás ni me desampararás. Dame la fuerza para caminar sin miedo, con la certeza de que Tu justicia me sustenta. Que mi alma descanse en Tu amor fiel, sabiendo que en Ti siempre encuentro refugio y fortaleza. En El Nombre de Jesús, Amén.