Versículo:
Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Isaías 57:15
Comentario:
La oración es una disciplina crucial para el crecimiento espiritual de los creyentes. De hecho, es difícil madurar en Cristo sin ella, porque la oración es la manera en que nos comunicamos con Dios y, por tanto, desarrollamos una relación con Él. Además, orar es un acto de adoración espiritual que honra al Señor.
Cuando oramos a nuestro Padre celestial, lo estamos reconociendo como “el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo” (Is 57.15). Solo Él merece gloria, y le atribuimos honra cuando “oramos sin cesar” (1 Ts 5.17). Piense en esto como mantener una actitud dirigida a Dios, de su protección a lo largo del día mientras buscamos su sabio gobierno sobre cada detalle de nuestra vida.
Cuando nos acercamos a Dios, nuestros motivos y la condición de nuestro corazón son importantes. El Señor habita “en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu” (Is 57.15). Usar la oración como un medio para lograr lo que uno quiere, no honra a Dios, ni concede peticiones que Él responderá. Por el contrario, acuda al Señor en oración con una actitud de adoración humilde y de arrepentimiento.
Oración:
Señor, Tú que habitas en lo alto y santo, hoy me acerco a Ti con un corazón humilde y quebrantado. Reconozco Tu grandeza y Tu santidad, y te pido que me ayudes a vivir siempre en una actitud de adoración y dependencia de Ti. Perdona mis errores y guíame en cada paso, mientras busco honrarte con mis pensamientos y acciones. Que Tu presencia sea mi refugio, y Tu sabiduría, mi guía en todo momento. En El Nombre de Jesús, Amén.