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Y en respuesta les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni memoria en Jerusalén. Nehemías 2:20
Comentario:
Manejar la pérdida es un proceso complejo; no hay un camino sencillo a través del dolor. Sin embargo, la experiencia de Nehemías, de lamentarse por los muros destruidos de Jerusalén hasta llegar a reconstruirlos, nos da una idea de cómo podemos unirnos a Dios para reconstruir los lugares rotos de nuestra vida.
Después de lamentar la destrucción de las fortificaciones de Jerusalén, Nehemías le pidió permiso al rey Artajerjes para regresar a esa ciudad y reconstruir el muro protector. Evaluar lo que queda después de la pérdida es un paso importante a medida que pasamos del duelo a la reconstrucción. Puede ser difícil encontrar destellos de esperanza mientras examinamos las ruinas de vidas rotas, de sueños o relaciones, pero nunca nos quedamos sin lo más importante: la presencia de Dios. Nehemías sabía que esto era cierto, y por eso recorrió Jerusalén para inspeccionar sus muros y averiguar qué se necesitaba para reparar el daño. Al hacerlo, se dirigió hacia la esperanza, es decir, buscó lo que se podía lograr con la ayuda de Dios.
Tal como hizo Dios con Nehemías, Él también nos invita a ver los escombros en nuestra vida con los ojos de la fe. Entonces, atrevámonos a mirar más allá de nuestras circunstancias presentes hacia el gozo de la restauración futura.
Siempre hay esperanza cuando buscamos al Señor para dar el próximo paso.
Oración:
Señor, que no decaiga en mi, la esperanza de que me librarás en la prueba y mi asistirás en todo momento de angustia, cuando el dolor de la dificultad toque a mi puerta. Que mi fe en esos momentos, por el contrario crezca, y reciba yo la paz y la calma de saber que me proteges y me llevarás a la victoria en toda situación. En El Nombre de Jesús, Amén.
