Versículo:
En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. (Romanos 12:11)
Comentario:
La apatía es un sello distintivo de nuestra generación. La gente vive inmersa en una comunicación superficial, alucinando con sus teléfonos inteligentes y perdiendo efectivamente la comunicación con su familia, con los demás y con Dios. El apóstol Pablo nos da tres orientaciones oportunas para vivir intensamente.
Primero, debemos vivir movidos por la diligencia. Una persona diligencia es aquella que abraza una causa con profundidad, integridad e intensidad. Nadie hace nada bien a menos que ponga todo su ser, toda su energía, todo su talento en esa causa.
Segundo, debemos ser fervientes en espíritu. Nuestro espíritu debe ser un altar donde el fuego nunca se apaga. Las cenizas deben ser removidas cada día, y las brasas deben ser sopladas constantemente, para que este fuego nunca pierda su calor. Debemos arder por Dios. Necesitamos ser inflamados por el fuego divino. Tercero, debemos servir constantemente al Señor. Servir al Señor, sin embargo, es la consecuencia de vivir movidos por la diligencia y calentados por Su fuego de amor, misericordia y cuidado. Hagámos las 3 y vivamos la vida que el Señor espera de nosotros.
Oración:
Señor, quiero vivir diligentemente y ferviente en espíritu, para luego servirte con fidelidad, constantemente.