Versículo:
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, Que han de ser sujetados con cabestro y con freno, Porque si no, no se acercan a ti. Salmos 32:8-9
Comentario:
Es una verdad que la vida no sigue una trayectoria lineal. Siempre tendremos altos y bajos y aunque es una certeza que el camino estará marcado tanto con alegría como sufrimiento, el Señor nos dirige todo el tiempo hasta nuestro hogar eterno.
Se necesita sinceridad para reconocer que no estamos capacitados para ir solos por la vida. Con nuestras propias fuerzas, conocimiento limitado y razonamiento humano, no podemos estar seguros de que nuestras decisiones sean sabias. El Señor está dispuesto y puede guiarnos si se lo permitimos. Para estar en sintonía con Dios, obedezca su dirección, lea su Palabra y practique los preceptos bíblicos.
Para quienes seguimos al Señor, la eternidad en el cielo se encuentra más allá de nuestro último latido del corazón. Y es hacia allá donde nuestro Salvador nos está guiando. El camino puede no ser claro a nuestros ojos, pero el Señor Jesús nos está guiando hacia allá con una mano firme y segura. A nosotros nos corresponde seguirlo con obediencia para que, cuando lleguemos al cielo, escuchemos al Padre decir: ¡Bien hecho! (cf. Mt 25.21).
Oración:
Señor, gracias por ser mi guía y por fijar tus ojos sobre mí. Reconozco que no puedo caminar por la vida solo, y necesito de tu sabiduría y dirección en cada paso que doy. Ayúdame a confiar plenamente en ti, a seguir tu voz con obediencia y a dejarme guiar por tu mano firme, aun cuando el camino no siempre sea claro. Llévame, Señor, hacia el destino que has preparado para mí, y que todo lo que haga glorifique tu nombre. En El Nombre de Jesús, Amén.